Profeta
del Fin
Capítulo 13:
Planeta en Rebelión
Satanás ha tenido siglos para introducir errores en la iglesia
cristiana, y después los cubre cuidadosamente con el pasar de los años,
hasta que la "tradición" fue colocada en lugar de las claras declaraciones
de las Escrituras.
Pero en estos últimos días, Dios envió un profeta. Abriéndole el pasado a la
mensajera escogida por Él, reveló no solo la crisis que está delante de nosotros,
sino que también los errores del pasado sobre los cuales ésta se basa.
Y la verdad bíblica, dada tan claramente en el libro de Hebreos, también fue
revelada: que hay un santuario en el cielo, el cual sirvió como modelo para el
terrenal, y que Cristo es nuestro Sumo Sacerdote dentro de ese santuario.
Sabiendo dónde está Jesús y lo que está haciendo ahora mismo, puede profundizar
maravillosamente la esperanza y el coraje para enfrentar no solamente los
juicios de la vida diaria, sino que también las incertidumbres del futuro.
"El Señor me dio la visión que sigue en 1847, mientras los hermanos estaban
reunidos el sábado, en Topsham, Maine.
"Sentimos un extraordinario espíritu de oración, y mientras orábamos el
Espíritu Santo descendió sobre nosotros. Estábamos muy felices. Pronto perdí el
conocimiento de las cosas terrenas y quedé arrobada en una visión de la gloria
de Dios. Vi un ángel que con presteza volaba hacia mí. Me llevó rápidamente
desde la tierra a la santa ciudad, donde vi un templo en el que entré. Antes de
llegar al primer velo, pasé por una puerta. Levantóse ese velo, y entré en el
lugar santo, donde vi el altar del incienso, el candelabro con las siete
lámparas y la mesa con los panes de la proposición. Después que hube notado la
gloria del lugar santo, Jesús levantó el segundo velo y pasé al lugar santísimo.
"En él vi un arca, cuya cubierta y lados estaban recubiertos de oro purísimo.
En cada extremo del arca había un hermoso querubín con las alas extendidas sobre
el arca. Sus rostros estaban frente a frente uno de otro, pero miraban hacia
abajo. Entre los dos ángeles había un incensario de oro, y sobre el arca, donde
estaban los ángeles, una gloria en extremo esplendorosa que semejaba un trono en
que moraba Dios. Junto al arca estaba Jesús, y cuando las oraciones de los
santos llegaban a él, humeaba el incienso del incensario, y Jesús ofrecía a su
Padre aquellas oraciones con el humo del incienso. Dentro del arca estaba el
vaso de oro con el maná, la florida vara de Aarón y las tablas de piedra, que se
plegaban la una sobre la otra como las hojas de un libro. Abriólas Jesús, y vi
en ellas los diez mandamientos escritos por el dedo de Dios. En una tabla había
cuatro, en la otra seis. Los cuatro de la primera brillaban más que los otros
seis. Pero el cuarto, el mandamiento del sábado, brillaba más que todos, porque
el sábado fue puesto aparte para que se lo guardase en honor del santo nombre de
Dios. El santo sábado resplandecía, rodeado de un nimbo de gloria. Vi que el
mandamiento del sábado no estaba clavado en la cruz, pues de haberlo estado,
también lo hubieran estado los otros nueve, y tendríamos libertad para violarlos
todos así como el cuarto. Vi que por ser Dios inmutable, no había cambiado el
día de descanso; pero el papa lo había transferido del séptimo al primer día de
la semana, pues iba a cambiar los tiempos y la ley.
"También vi que si Dios hubiese cambiado el día de reposo del séptimo al
primer día, asimismo hubiera cambiado el texto del mandamiento del sábado
escrito en las tablas de piedra que están en el arca del lugar santísimo del
templo celestial, y diría así: El primer día es el día de reposo de Jehová tu
Dios. Pero vi que seguía diciendo lo mismo que cuando el dedo de Dios lo
escribió en las tablas de piedra, antes de entregarlas a Moisés en el Sinaí:
"Mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios". Vi que el santo sábado es, y
será, el muro separador entre el verdadero Israel de Dios y los incrédulos, así
como la institución más adecuada para unir los corazones de los queridos y
esperanzados santos de Dios".
En 1848, Ellen White recibió una preliminar de la importante visión de 1858.
He aquí una parte de lo que le fue mostrado, a través de la historia:
"Fui transportada al tiempo cuando los idólatras paganos perseguían
cruelmente y mataban a los cristianos. La sangre corría a torrentes. Los nobles,
los sabios y el pueblo común eran muertos por igual sin misericordia. Familias
poseedoras de fortuna eran reducidas a la pobreza, porque no querían renunciar a
su religión. No obstante la persecución y los sufrimientos que estos cristianos
soportaban, no querían arriar el estandarte. Conservaban pura su religión. Vi
que Satanás triunfaba y se regocijaba de que ellos sufriesen. Pero Dios miraba a
sus fieles mártires con gran aprobación. Los cristianos que vivieron en aquel
tiempo espantoso fueron muy amados por él, porque estaban dispuestos a sufrir
por causa de él. Todo padecimiento soportado por ellos aumentaba su recompensa
en el cielo.
"Aunque Satanás se regocijaba por los sufrimientos de los santos, no estaba
satisfecho con esto. Quería dominar tanto la mente como el cuerpo. Los
padecimientos que soportaban no hacían sino acercarlos más al Señor,
induciéndoles a amarse unos a otros, y a tener tanto más temor de ofenderle.
Satanás deseaba inducirles a desagradar a Dios; entonces perderían su fuerza,
valor y firmeza. Aunque se daba la muerte a millares, otros se levantaban para
reemplazarlos. Satanás vio que estaba perdiendo sus súbditos; porque aunque
sufrían persecución y muerte, quedaban asegurados para Jesucristo, para ser
súbditos de su reino. Por lo tanto Satanás trazó sus planes para luchar con más
éxito contra el gobierno de Dios y derribar la iglesia. Indujo a los idólatras
paganos a abrazar una parte de la fe cristiana. Profesaron creer en la
crucifixión y resurrección de Cristo, y se propusieron unirse con los discípulos
de Jesús sin que cambiara su corazón. ¡Oh! ¡Cuán terrible fue el peligro de la
iglesia! Fue un tiempo de angustia mental. Algunos pensaron que si descendían y
se unían con aquellos idólatras que habían abrazado una parte de la fe
cristiana, esta actitud sería el medio de obtener la conversión completa de
ellos. Satanás estaba tratando de corromper las doctrinas de la Biblia.
"Vi que por último el estandarte fue arriado, y que los paganos se unían con
los cristianos. Aunque esos adoradores de los ídolos profesaban haberse
convertido, trajeron consigo su idolatría a la iglesia, y sólo cambiaron los
objetos de su culto en imágenes de los santos, y aun de Cristo y de su madre
María. A medida que los seguidores de Cristo se unían gradualmente con aquellos
idólatras, la religión cristiana se fue corrompiendo y la iglesia perdió su
pureza y su poder. Algunos se negaron a unirse con ellos; los tales conservaron
su pureza y sólo adoraban a Dios.
"Vi a la compañía de idólatras consultarse. Al no lograr que los cristianos
cediesen, convinieron en otro plan. Los vi arriar su bandera y acercarse luego a
aquella firme compañía de cristianos y hacerles propuestas. Al principio éstas
fueron rechazadas de plano. Luego vi a la compañía cristiana consultarse.
Algunos dijeron que arriarían la bandera, aceptarían las propuestas y salvarían
la vida, y al fin cobrarían fuerza para enarbolar la bandera entre los paganos.
No obstante, unos pocos no quisieron acceder a este plan, sino que con firmeza
prefirieron morir sosteniendo la bandera antes que arriarla. Entonces vi a
muchos que arriaban la bandera y se unían con los paganos; pero los que
permanecían firmes la recogían y la enarbolaban. Vi que constantemente había
personas que abandonaban la compañía de aquellos que llevaban la bandera pura, y
se unían con los paganos bajo la bandera negra, para perseguir a los que
llevaban la blanca. Muchos eran muertos, y sin embargo la bandera blanca se
mantenía en alto, y otros creyentes eran suscitados para reunirse en derredor de
ella...
"Siempre ha sido el proyecto de Satanás desviar de Jesús la atención de la
gente, volverla a los hombres y destruir el sentido de la responsabilidad
individual. Fracasó Satanás en su propósito cuando tentó al Hijo de Dios; pero
tuvo más éxito en su esfuerzo con los hombres caídos. Corrompióse el
cristianismo. Papas y sacerdotes se arrogaron una posición exaltada y enseñaron
a la gente que debía acudir a ellos para obtener el perdón de sus pecados en vez
de recurrir directamente a Cristo.
"La gente quedó del todo engañada. Se le enseñó que el papa y los sacerdotes
eran los representantes de Cristo, cuando en verdad lo eran de Satanás, y a
Satanás adoraban cuantos ante ellos se postraban. La gente pedía la Biblia; pero
el clero creyó peligroso que la leyeran los fieles por sí mismos, por temor de
que se ilustrasen y descubriesen los pecados de sus instructores. Se enseñó a la
gente a recibir las palabras de esos engañadores como si proviniesen de la boca
de Dios. Ejercían sobre la mente aquel poder que sólo Dios debiera ejercer. Si
algunos se atrevían a seguir sus propias convicciones, se encendía contra ellos
el mismo odio que los judíos habían manifestado contra Jesús, y los que tenían
autoridad se revelaban sedientos de su sangre...
"No podía Satanás impedir el plan de salvación. Jesús fue crucificado y
resucitó al tercer día. Pero Satanás les dijo a sus ángeles que sacaría ventajas
de la crucifixión y resurrección. Estaba conforme con que los que profesaban la
fe de Jesús diesen por invalidadas después de la muerte de Cristo las leyes que
regulaban los sacrificios y ofrendas judaicos con tal que pudiese llevarlos más
lejos y hacerles creer que también la ley de los diez mandamientos había cesado
cuando Cristo murió.
"Vi que muchos cedían fácilmente a este engaño de Satanás. El cielo entero se
indignó al ver pisoteada la sacrosanta ley de Dios. Jesús y toda la hueste
celestial conocían la índole de la ley de Dios, y sabían que no era posible
alterarla ni abrogarla. La condición desesperada del hombre después de la caída
había causado en el cielo profundísima tristeza, y movió a Cristo a ofrecerse
para morir por los transgresores de la santa ley de Dios. Pero de haberse podido
abrogar la ley, el hombre se hubiese salvado sin necesidad de la muerte de Jesús.
Por lo tanto, esa muerte no destruyó la ley del Padre, sino que la magnificó y
honró, e impuso a todos el acatamiento de todos sus santos preceptos.
"Si la iglesia hubiese permanecido pura y firme, no habría podido Satanás
engañarla ni inducirla a que pisotease la ley de Dios. En ese plan descarado
Satanás ataca directamente el fundamento del gobierno de Dios en el cielo y en
la tierra. Por su rebelión fue expulsado del cielo, y después quiso salvarse
pretendiendo que Dios alterase su ley; pero ante la hueste del cielo se le
manifestó que la ley de Dios era inalterable. Satanás sabe que induciendo a
otros a quebrantar la ley de Dios los gana para su causa, porque todo
transgresor de la ley debe morir.
"Resolvió Satanás ir todavía más lejos. Dijo a sus ángeles que algunos
tendrían tanto celo por la ley de Dios que no se dejarían prender en esa trampa,
pues los diez mandamientos eran tan explícitos que muchos creerían que seguían
válidos, y por lo tanto sólo debía tratar de corromper uno de los mandamientos.
Así que indujo a sus representantes a intentar cambiar el cuarto, o sea el
mandamiento del día de reposo, con lo que alterarían el único de los diez que
revela al Dios verdadero, el Creador de los cielos y de la tierra. Satanás
recordó a sus representantes la gloriosa resurrección de Jesús y les dijo que
por haber resucitado el primer día de la semana, el Salvador había trasladado el
descanso del séptimo al primer día de la semana.
"Así se valió Satanás de la resurrección en provecho de sus propósitos. Él y
sus ángeles se congratularon de que los errores por ellos preparados fuesen
aceptados tan favorablemente entre quienes se llamaban amigos de Cristo. Lo que
uno consideraba con religioso horror, lo admitía otro, y así fueron celosamente
acogidos y defendidos diferentes errores. La voluntad de Dios, tan claramente
revelada en su Palabra, fue encubierta con errores y tradiciones que eran
enseñados como mandamientos de Dios. Aunque este engaño que desafía al cielo
será tolerado hasta la segunda venida de Jesús, no ha quedado Dios sin testigos
durante todo ese tiempo de error y engaño. En medio de las tinieblas y
persecuciones contra la iglesia, siempre hubo cristianos que guardaron fielmente
todos los mandamientos de Dios.
"Vi que la hueste angélica llenóse de asombro al contemplar la pasión y
muerte del Rey de gloria; pero también vi que no le sorprendió que el Señor de
la vida y de la gloria, el que henchía los cielos de gozo y esplendor,
quebrantase los lazos de la muerte y surgiese de la tumba como triunfante
vencedor. Por lo tanto, si uno de estos dos sucesos hubiese de conmemorarse por
un día de descanso, habría de ser el de la crucifixión. Pero yo vi que ninguno
de estos acontecimientos estaba destinado a mudar o revocar la ley de Dios, sino
que, por lo contrario corroboraban su carácter inmutable.
"Ambos importantes sucesos tienen su peculiar conmemoración. Al participar
del pan quebrantado y del fruto de la vid en la cena del Señor, recordamos su
muerte hasta que el venga. Así se renuevan en nuestra memoria las escenas de su
pasión y muerte. Conmemoramos la resurrección de Cristo al ser sepultados con él
en el bautismo y levantamos de la tumba líquida para vivir en novedad de vida a
semejanza de su resurrección.
"Se me mostró que la ley de Dios permanecerá inalterable por siempre y regirá
en la nueva tierra por toda la eternidad. Cuando en la creación se echaron los
cimientos de la tierra, los hijos de Dios contemplaron admirados la obra del
Creador, y la hueste celestial prorrumpió en exclamaciones de júbilo. Entonces
se echaron también los cimientos del sábado. Después de los seis días de la
creación, Dios reposó el séptimo, de toda la obra que había hecho, y lo bendijo
y santificó, porque en dicho día había reposado de toda su obra. El sábado fue
instituido en el Edén antes de la caída, y lo observaron Adán y Eva y toda la
hueste celestial. Dios reposó en el séptimo día, lo bendijo y lo santificó. Vi
que el sábado nunca será abolido, sino que los santos redimidos y toda la hueste
angélica lo observarán eternamente en honra del gran Creador".
Todo esto no es más que un párrafo de dos poderosos capítulos de la Biblia:
Daniel 7 y Apocalipsis 12, donde son dadas importantes profecías acerca de esta
organización que hizo de la Edad Media algo tan oscuro como lo que en realidad
fue, la Roma Babilónica. Daniel 7:25 resume el problema; Apocalipsis 12:13-16
describe la pelea de la iglesia verdadera en áreas desérticas en la Edad Media,
para poder escapar de la muerte a manos de hombres que nunca quisieron obedecer
la Biblia, ni le permitieron a otros que obedecieran. En Apocalipsis 12:17 y
14:12 identifica al "remanente" final de los 6000 años de la verdadera iglesia,
la cual, hasta el fin del tiempo, continuará obedeciendo la Biblia por la fe de
Jesucristo a su Salvador.
"Y él [el poder del "cuerno pequeño" que gobernó y destruyó durante la Edad
Media] hablará grandes palabras contra el Altísimo, y derrotará a los santos del
Altísimo, y pensará en cambiar los tiempos y las leyes: y le serán dados en su
manos por un tiempo, tiempos y medio tiempo.
"Pero se sentará el juicio, y le quitarán el dominio, para consumirlo y
destruirlo hasta el fin. Y el reino y el dominio, y la grandeza del reino bajo
todo el cielo, le será dada al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es
un reino eterno, y todos los dominios le servirán y le obedecerán".
"Y cuando el dragón [Satanás] vio que fue arrojado sobre la tierra, persiguió
[a través de la Misteriosa Babilonia, su iglesia engañadora] a la mujer [la
verdadera iglesia] que había traído al niño [Cristo, ver versos 1-5]. Y a la
mujer le fueron dadas dos alas del gran águila, para que pudiera volar al
desierto, a su lugar, donde es alimentada durante un tiempo, tiempos y mitad de
un tiempo, de la faz de la serpiente.
"Y la serpiente arrojó agua de su boca como un diluvio tras la mujer, para
que fuese llevada por el diluvio. Y la tierra [rural, áreas desoladas] ayudó a
la mujer, y la tierra abrió su boca, y se tragó el diluvio que el dragón había
arrojado de su boca.
"Y el dragón se enojó contra la mujer, y fue hacerle la guerra al remanente
de su semilla, los que guardan los mandamientos de Dios, y poseen el testimonio
de Jesucristo".
"Aquí está la paciencia de los santos: aquí están los que guardan los
mandamientos de Dios, y la fe de Jesús".
Pero ahora, en el libro "El Gran Conflicto", se nos muestra más de esta
apostasía y crisis, tal como le fue revelado a Ellen en aquella visión de
Lovett’s Grove:
"Edictos reales, concilios generales y ordenanzas de la iglesia sostenidos
por el poder civil fueron los peldaños por medio de los cuales el día de fiesta
pagano alcanzó su puesto de honor en el mundo cristiano. La primera medida
pública que impuso la observancia del domingo fue la ley promulgada por
Constantino. (Año 321 d. C.). Dicho edicto requería que los habitantes de las
ciudades descansaran en "el venerable día del sol", pero permitía a los del
campo que prosiguiesen sus faenas agrícolas. A pesar de ser en realidad ley
pagana, fue impuesta por el emperador después que hubo aceptado nominalmente el
cristianismo.
"Como el mandato real no parecía sustituir de un modo suficiente la autoridad
divina, Eusebio, obispo que buscó el favor de los príncipes y amigo íntimo y
adulador especial de Constantino, aseveró que Cristo había transferido el día de
reposo del sábado al domingo. No se pudo aducir una sola prueba de las Santas
Escrituras en favor de la nueva doctrina. Eusebio mismo reconoce
involuntariamente la falsedad de ella y señala a los verdaderos autores del
cambio. "Nosotros hemos transferido al domingo, día del Señor — dijo él — todas
las cosas que debían hacerse en el sábado". Pero por infundado que fuese el
argumento en favor del domingo, sirvió para envalentonar a los hombres y
animarlos a pisotear el sábado del Señor. Todos los que deseaban ser honrados
por el mundo aceptaron el día festivo popular.
"Con el afianzamiento del papado fue enalteciéndose más y más la institución
del domingo. Por algún tiempo el pueblo siguió ocupándose en los trabajos
agrícolas fuera de las horas de culto, y el séptimo día, o sábado, siguió siendo
considerado como el día de reposo. Pero lenta y seguramente fue efectuándose el
cambio. Se prohibió a los magistrados que fallaran en lo civil los domingos.
Poco después se dispuso que todos sin distinción de clase social se abstuviesen
del trabajo ordinario, so pena de multa para los señores y de azotes para los
siervos. Más tarde se decretó que los ricos serían castigados con la pérdida de
la mitad de sus bienes y que finalmente, si se obstinaban en desobedecer, se les
hiciese esclavos. Los de las clases inferiores debían sufrir destierro perpetuo.
"Se recurrió también a los milagros. Entre otros casos maravillosos, se
refería que un campesino que iba a labrar su campo en día domingo limpió su
arado con un hierro, el cual le penetró la mano, y por dos años enteros no lo
pudo sacar, "sufriendo con ello mucho dolor y vergüenza".
"Como los decretos de los concilios resultaran insuficientes, se instó a las
autoridades civiles a promulgar un edicto que inspirase terror al pueblo y le
obligase a abstenerse de trabajar el domingo. En un sínodo reunido en Roma,
todos los decretos anteriores fueron confirmados con mayor fuerza y solemnidad,
incorporados en la ley eclesiástica y puestos en vigencia por las autoridades
civiles en casi toda la cristiandad.
"A pesar de esto la falta de autoridad bíblica en favor de la observancia del
domingo no originaba pocas dificultades. El pueblo ponía en tela de juicio el
derecho de sus maestros para echar a un lado la declaración positiva de Jehová:
"El séptimo día Sábado es del Señor tu Dios" a fin de honrar el día del sol. Se
necesitaban otros expedientes para suplir la falta de testimonios bíblicos. Un
celoso defensor del domingo que visitó a fines del siglo XII las iglesias de
Inglaterra, encontró resistencia por parte de testigos fieles de la verdad; sus
esfuerzos resultaron tan inútiles que abandonó el país por algún tiempo en busca
de medios que le permitiesen apoyar sus enseñanzas. Cuando regresó, la falta
había sido suplida y entonces tuvo mayor éxito. Había traído consigo un rollo
que presentaba como del mismo Dios, y que contenía el mandamiento que se
necesitaba para la observancia del domingo, con terribles amenazas para aterrar
a los desobedientes...
"Pero a pesar de todos los esfuerzos hechos para establecer la santidad del
domingo, los mismos papistas confesaban públicamente la autoridad divina del
sábado y el origen humano de la institución que lo había suplantado. En el siglo
XVI un concilio papal ordenó explícitamente: "Recuerden todos los cristianos que
el séptimo día fue consagrado por Dios y aceptado y observado no sólo por los
judíos, sino también por todos los que querían adorar a Dios; no obstante
nosotros los cristianos hemos cambiado el sábado de ellos en el día del Señor,
domingo".
Los que estaban pisoteando la ley divina no ignoraban el carácter de la obra
que estaban realizando. Se estaban colocando deliberadamente por encima de Dios.
"Un ejemplo sorprendente de la política de Roma contra los que no concuerdan
con ella se encuentra en la larga y sangrienta persecución de los valdenses,
algunos de los cuales observaban el sábado. Otros sufrieron de modo parecido por
su fidelidad al cuarto mandamiento. La historia de las iglesias de Etiopía, o
Abisinia, es especialmente significativa. En medio de las tinieblas de la Edad
Media, se perdió de vista a los cristianos del África central, quienes,
olvidados del mundo, gozaron de plena libertad en el ejercicio de su fe. Pero al
fin Roma descubrió su existencia y el emperador de Abisinia fue pronto inducido
a reconocer al papa como vicario de Cristo. Esto fue principio de otras
concesiones. Se proclamó un edicto que prohibía la observancia del sábado, bajo
las penas más severas. Pero la tiranía papal se convirtió luego en yugo tan
amargo que los abisinios resolvieron sacudirlo. Después de una lucha terrible,
los romanistas fueron expulsados de Abisinia y la antigua fe fue restablecida.
Las iglesias se regocijaron en su libertad y no olvidaron jamás la lección que
habían aprendido respecto al engaño, al fanatismo y al poder despótico de Roma.
En medio de su reino aislado se sintieron felices de permanecer desconocidos
para el resto de la cristiandad.
"Las iglesias de África observaban el sábado como lo había observado la
iglesia papal antes de su completa apostasía... Al lograr el poder supremo, Roma
había pisoteado el día de reposo de Dios para enaltecer el suyo propio; pero las
iglesias de África, desconocidas por cerca de mil años, no participaron de esta
apostasía. Cuando cayeron bajo el cetro de Roma, fueron forzadas a dejar a un
lado el verdadero día de reposo y a exaltar el falso; pero apenas recobraron su
independencia volvieron a obedecer el cuarto mandamiento.
"Estos recuerdos de lo pasado ponen claramente de manifiesto la enemistad de
Roma contra el verdadero día de reposo y sus defensores, y los medios que emplea
para honrar la institución creada por ella. La Palabra de Dios nos enseña que
estas escenas han de repetirse...
"La profecía del capítulo 13 del Apocalipsis declara que el poder
representado por la bestia de cuernos semejantes a los de un cordero haría "que
la tierra y los que en ella habitan" adorasen al papado — que está simbolizado
en ese capítulo por una bestia "parecida a un leopardo". La bestia de dos
cuernos dirá también "a los que habitan sobre la tierra, que hagan una imagen de
la bestia"; y además mandará que "todos, pequeños y grandes, así ricos como
pobres, así libres como esclavos", tengan la marca de la bestia.
"Pablo dice claramente que el hombre de pecado subsistirá hasta el segundo
advenimiento. Proseguirá su obra de engaño hasta el mismo fin del tiempo, y el
revelador declara refiriéndose también al papado: "Todos los que moran en la
tierra le adoraron, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida".
Tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo se le tributará homenaje al papado por
medio del honor que se conferirá a la institución del domingo, la cual descansa
únicamente sobre la autoridad de la iglesia romana...
"Y téngase presente que Roma se jacta de no variar jamás. Los principios de
Gregorio VII y de Inocencio III son aún los principios de la iglesia católica
romana; y si sólo tuviese el poder, los pondría en vigor con tanta fuerza hoy
como en siglos pasados. Poco saben los protestantes lo que están haciendo al
proponerse aceptar la ayuda de Roma en la tarea de exaltar el domingo. Mientras
ellos tratan de realizar su propósito, Roma tiene su mira puesta en el
restablecimiento de su poder, y tiende a recuperar su supremacía perdida.
Establézcase en los Estados Unidos el principio de que la iglesia puede emplear
o dirigir el poder del estado; que las leyes civiles pueden hacer obligatorias
las observancias religiosas; en una palabra, que la autoridad de la iglesia con
la del estado debe dominar las conciencias, y el triunfo de Roma quedará
asegurado en la gran República de la América del Norte.
"La Palabra de Dios ha dado advertencias respecto a tan inminente peligro;
descuide estos avisos y el mundo protestante sabrá cuáles son los verdaderos
propósitos de Roma, pero ya será tarde para salir de la trampa. Roma está
aumentando sigilosamente su poder. Sus doctrinas están ejerciendo su influencia
en las cámaras legislativas, en las iglesias y en los corazones de los
hombres...
"Desde el origen de la gran controversia en el cielo, el propósito de Satanás
ha consistido en destruir la ley de Dios. Para realizarlo se rebeló contra el
Creador y, aunque expulsado del cielo, continuó la misma lucha en la tierra.
Engañar a los hombres para inducirlos luego a transgredir la ley de Dios, tal
fue el objeto que persiguió sin cejar. Sea esto conseguido haciendo a un lado
toda la ley o descuidando uno de sus preceptos, el resultado será finalmente el
mismo. El que peca "en un solo punto" manifiesta menosprecio por toda la ley; su
influencia y su ejemplo están del lado de la transgresión; y viene a ser 'culpado
de todos' los puntos de la ley.
"En su afán por desacreditar los preceptos divinos, Satanás pervirtió las
doctrinas de la Biblia, de suerte que se incorporaron errores en la fe de
millares de personas que profesan creer en las Santas Escrituras. El último gran
conflicto entre la verdad y el error no es más que la última batalla de la
controversia que se viene desarrollando desde hace tanto tiempo con respecto a
la ley de Dios. En esta batalla estamos entrando ahora; en la que se libra entre
las leyes de los hombres y los preceptos de Jehová, entre la religión de la
Biblia y la religión de las fábulas y de la tradición".
Así, a través de los esfuerzos de Satanás a lo largo de largos siglos, hemos
llegado a un tiempo cuando los hombres abiertamente enseñan que nadie más
necesita guardar los mandamientos de Dios. Y una conversación así se escucha aun
desde los púlpitos del país y de sus seminarios teológicos.
Hemos llegado, en verdad, a tiempos serios. Estamos enfrentando el fin, y las
crisis del fin. El espiritismo moderno, que encuentra sus orígenes en la casa
Fox en Hydesville, Nueva York, en 1848, dice que la muerte no existe, que todos
son su propio dios, y que solo necesitan obedecerse a sí mismos. El Ateísmo
Político que comenzó en 1848 en Europa, donde Karl Marx escribió el "Manifiesto
Comunista", enseña que no hay ningún Dios al cual haya que obedecerle. La Teoría
de la Evolución, la tercera gran religión falsa de nuestro tiempo, que comenzó
en 1859 con el libro "El Origen de las Especies" de Charles Darwin, enseña que
el dios que nos hizo son las fuerzas de la naturaleza y que sólo ante esto
debemos inclinarnos.
Pero, mano a mano, encontramos a "Misterio, Babilonia, la madre de las
rameras", trabajando bajo la dirección del mismo maestro, Satanás, y que enseña
el mismo error básico: los Mandamientos de Dios no necesitan ser obedecidos;
sólo necesitamos obedecer las leyes de los hombres. La gran tragedia es que las
Iglesias Protestantes, el último bastión de la verdad bíblica, están aceptando
este error de Roma del fin del tiempo, y lo están promoviendo como si fuese un
hecho escriturístico.
Pero los hechos Escriturísticos son muy diferentes: Dios nunca ha abolido los
Diez Mandamientos, la Ley Moral de la humanidad. Los adúlteros intencionales,
asesinos y mentirosos no entrarán en el cielo. Debemos andar como Jesús anduvo y
seguir Sus pasos, porque Él fielmente guardó los mandamientos de Su Padre, y nos
dejó un ejemplo, para que nosotros también guardemos los mandamientos. Y Jesús
no ha cambiado, Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Tenemos que vivir vidas
limpias así como Él la vivió, mientras estemos aquí en la tierra. Y la gran
norma de corazón y de vida pura son los Diez Mandamientos. Pero es solo a través
de Su gracia habilitadora que podemos tener poder para obedecer Su voluntad en
nuestras vidas.
"Debemos obedecer a Dios en vez de a los hombres" fue el gran principio sobre
el cual fue fundada la Reforma Protestante. Y este es el principio sobre el cual
nuestra religión personal tiene que estar basada hoy. Dios nos está llamando a
obedecer por la fe, la obediencia que opera por la fe y purifica el alma. Hemos
sido llamados para ser Sus representantes para obedecer por la fe, y tenemos que
hacerla conocida a todas las naciones. A la vista del Cielo, "obedecer es mejor
que sacrificar, y el escuchar es mejor que la grasa de carneros. Porque la
rebelión es como el pecado de la bruja, y la testarudez es como ídolos e
idolatría". Jesús fue totalmente obediente y Él es el "Autor de eterna salvación
para todos los que Le obedecen". A través de Su poderosa gracia, tenemos que
traer a la "cautividad todo pensamiento a la obediencia a Cristo". Porque la
Biblia enseña que es "por las obras que se perfecciona la fe. Tenemos que
purificar nuestras "almas obedeciendo la verdad a través del Espíritu con amor
no fingido", porque si queremos "ser obedientes", "comeremos lo bueno de la
tierra". "Tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres", y no ser como
aquellos a los cuales se refirió Cristo, que "rechazan los mandamientos de Dios,
para guardar vuestra propia tradición".
Vivimos en la hora del juicio, cuando los hombres son llamados a adorar a su
Creador. "Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado, y
adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra". Pero Jesús le dijo a los que lo
adoraban falsamente: "En vano me adoráis, enseñando como doctrinas los
mandamientos de los hombres". Tenemos que obedecer los mandamientos de Dios, y
no inventar nuevos mandamientos que tomen su lugar. "Toda planta que mi Padre
celestial no ha plantado, será desarraigada".
Si hemos entendido y recordado las primeras mentiras dichas por Satanás en el
jardín del Edén, reconoceremos más fácilmente sus errores cuando son presentados
ante nosotros.
Capítulo 14:
Identificando las Mentiras de Satanás
Este mundo habría sido un lugar feliz si nuestros primeros padres le hubiesen
creído a Dios y no le hubiesen creído al diablo. Fue a través de la primera
mentira hablada por Satanás a la humanidad que fue abierto un diluvio de miseria
sobre nosotros. Y ha sido por creer esas primeras mentiras, a través de la
historia, que la miseria se ha profundizado.
Lo opuesto también es verdad: Es reconociendo aquellas primeras mentiras de
Satanás, que nosotros podemos resistir sus errores cuando él nos los presenta
ahora.
He aquí aquellas primeras mentiras de Satanás:
1.- No hay nada de malo en desobedecer los mandamientos de Dios.
2.- Los pecadores no morirán.
3.- El pecado nos llevará a un nivel más elevado de vida.
4.- Nosotros somos dios, y sólo necesitamos obedecer a nuestros propios
impulsos; ellos siempre nos conducirán hacia lo correcto.
"La serpiente, el más astuto de todos los animales del campo que Dios el
Eterno había hecho, dijo a la mujer: ‘¿Así que Dios os dijo que no comáis de
ningún árbol del huerto?’ … Entonces la serpiente replicó a la mujer: ‘No es
cierto. No moriréis. Sino que Dios sabe que el día que comáis de él serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal’".
De tal manera que hoy encontramos que hay dos errores básicos:
1.- No es necesario obedecer a lo que Dios dice.
2.- No moriremos si Le desobedecemos.
¡La Crisis Final en esta historia de la tierra estará basada en estos dos
errores!
1.- En los siglos anteriores, los hombres trataron de cambiar la ley moral de
los Diez Mandamientos. Al final de la historia ellos se confederarán en sus
religiones, y a través de decretos gubernamentales requerirán que todo el mundo
desobedezca la Ley de Dios.
2.- La obra maestra de engaño de Satanás, a través de todas las edades, ha
sido a través del espiritismo. Y este terrible peligro está basado en el error
de que los muertos no están muertos. Los espiritas pretenden ser capaces de
contactarse con los espíritus de los muertos, siendo que lo que están haciendo
es hablar con los demonios. En la conclusión final de la historia, será el poder
del espiritismo que aparecerá sorpresivamente como una fuerza arrolladora, a
través de la cual los hombres serán obligados a aceptar el último esfuerzo de
Satanás para que todo el mundo le desobedezca a Dios.
"Me asombraba que Satanás pudiese tener tanto éxito como para hacer creer a
los hombres que las palabras de Dios, "el alma que pecare, esa morirá,"
significan que el alma que peca no muere, sino que vive eternamente en
tormentos. Dijo el ángel: "La vida es vida, sea en el dolor o la felicidad. La
muerte es un estado sin dolor, sin goce, sin odio".
"Satanás dijo a sus ángeles que hiciesen un esfuerzo especial por difundir la
mentira que le fue dicha por primera vez a Eva en el Edén: "No moriréis". Y a
medida que el error fuese recibido por la gente, y ésta fuese inducida a creer
que el hombre es inmortal, Satanás le haría creer que el pecador ha de vivir en
tormento eterno. Entonces el camino quedó preparado para que Satanás obrase por
medio de sus representantes y señalara a Dios ante la gente como un tirano
vengativo, que hunde en el infierno a todos los que no le agradan, y les hace
sentir su ira para siempre; y que, mientras sufren indecible angustia y se
retuercen en las llamas eternas, los mira con satisfacción. Satanás sabía que si
este error era recibido, Dios sería odiado por muchos, en vez de ser amado y
adorado; y que muchos se verían inducidos a creer que las amenazas de la Palabra
de Dios no habían de cumplirse literalmente, porque seria contrario a su
carácter de benevolencia y amor hundir en tormentos eternos a los seres a
quienes creó.
"Otro extremo que Satanás hizo adoptar por la gente es el de pasar por alto
en absoluto la justicia de Dios y las amenazas de su Palabra, al representarle
como un ser que es todo misericordia, de manera que nadie ha de perecer, sino
que todos, santos y pecadores, serán al fin salvos en su reino.
"Como consecuencia de los errores populares de la inmortalidad del alma y de
los tormentos eternos, Satanás saca ventajas de otra clase de personas y la
induce a considerar la Biblia como un libro que no es inspirado. Piensan que
enseña muchas cosas buenas; pero no pueden fiar en ella ni amarla, porque se les
ha enseñado que presenta la doctrina del tormento eterno.
"Otra clase es llevada aún más lejos por Satanás: a negar la existencia de
Dios. No pueden admitir que sea consecuente con el carácter del Dios de la
Biblia el que inflija horribles torturas por toda la eternidad a una porción de
la familia humana. Por lo tanto niegan la Biblia y a su Autor y consideran la
muerte como un sueño eterno.
"Hay otra clase todavía que está llena de miedo y timidez. A éstos Satanás
los tienta a cometer pecado, y después que lo han cometido les recalca que la
paga del pecado no es la muerte, sino la vida en horribles tormentos que se
habrán de soportar durante las edades sin fin de la eternidad. Al magnificar así
ante sus mentes apocadas los horrores de un infierno inacabable, se posesiona de
sus ánimos, y ellos pierden la razón. Entonces Satanás y sus ángeles se
regocijan, y el incrédulo y ateo se dan la mano para cubrir de oprobio el
cristianismo. Sostienen que esos males son resultados naturales de creer en la
Biblia y en su Autor, cuando son la consecuencia de haber recibido una herejía
popular".
"Desde los tiempos más remotos de la historia del hombre, Satanás se esforzó
por engañar a nuestra raza. El que había promovido la rebelión en el cielo
deseaba inducir a los habitantes de la tierra a que se uniesen con él en su
lucha contra el gobierno de Dios. Adán y Eva habían sido perfectamente felices
mientras obedecieron a la ley de Dios, y esto constituía un testimonio
permanente contra el aserto que Satanás había hecho en el cielo, de que la ley
de Dios era un instrumento de opresión y contraria al bien de sus criaturas.
Además, la envidia de Satanás se despertó al ver la hermosísima morada preparada
para la inocente pareja. Resolvió hacer caer a ésta para que, una vez separada
de Dios y arrastrada bajo su propio poder, pudiese él apoderarse de la tierra y
establecer allí su reino en oposición al Altísimo".
"Si Satanás se hubiese presentado en su verdadero carácter, habría sido
rechazado en el acto, pues Adán y Eva habían sido prevenidos contra este enemigo
peligroso; pero Satanás trabajó en la oscuridad, encubriendo su propósito a fin
de poder realizar mejor sus fines. Valiéndose de la serpiente, que era entonces
un ser de fascinadora apariencia, se dirigió a Eva, diciéndole: "¿Conque Dios os
ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto?" Si Eva hubiese rehusado entrar en
discusión con el tentador, se habría salvado; pero ella se aventuró a alegar con
él y entonces fue víctima de sus artificios. Así es como muchas personas son aún
vencidas. Dudan y discuten respecto a la voluntad de Dios, y en lugar de
obedecer sus mandamientos, aceptan teorías humanas que no sirven más que para
encubrir los engaños de Satanás.
"Y respondió la mujer a la serpiente: Del fruto de los árboles del jardín
bien podemos comer: mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha
dicho Dios: No comeréis de él, ni lo tocaréis, no sea que muráis. Entonces dijo
la serpiente a la mujer: De seguro que no moriréis; antes bien, sabe Dios que en
el día que comiereis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios,
conocedores del bien y del mal". La serpiente declaró que se volverían como
Dios, que tendrían más sabiduría que antes y que serían capaces de entrar en un
estado superior de existencia. Eva cedió a la tentación, y por influjo suyo Adán
fue inducido a pecar. Ambos aceptaron la declaración de la serpiente de que Dios
no había querido decir lo que había dicho; desconfiaron de su Creador y se
imaginaron que les estaba coartando la libertad y que podían ganar gran caudal
de sabiduría y mayor elevación quebrantando su ley.
"Pero ¿cómo comprendió Adán, después de su pecado, el sentido de las
siguientes palabras: "En el día que comieres de él de seguro morirás"?
¿Comprendió que significaban lo que Satanás le había inducido a creer, que iba a
ascender a un grado más alto de existencia? De haber sido así, habría salido
ganando con la transgresión, y Satanás habría resultado en bienhechor de la
raza. Pero Adán comprobó que no era tal el sentido de la declaración divina.
Dios sentenció al hombre, en castigo por su pecado, a volver a la tierra de
donde había sido tomado: "Polvo eres, y al polvo serás tornado". Las palabras de
Satanás: "Vuestros ojos serán abiertos" resultaron ser verdad pero sólo del modo
siguiente: después de que Adán y Eva hubieron desobedecido a Dios, sus ojos
fueron abiertos y pudieron discernir su locura; conocieron entonces lo que era
el mal y probaron el amargo fruto de la transgresión.
"En medio del Edén crecía el árbol de la vida, cuyo fruto tenía el poder de
perpetuar la vida. Si Adán hubiese permanecido obediente a Dios, habría seguido
gozando de libre acceso a aquel árbol y habría vivido eternamente. Pero en
cuanto hubo pecado, quedó privado de comer del árbol de la vida y sujeto a la
muerte. La sentencia divina: "Polvo eres, y al polvo serás tornado", entraña la
extinción completa de la vida.
"La inmortalidad prometida al hombre a condición de que obedeciera, se había
perdido por la transgresión. Adán no podía transmitir a su posteridad lo que ya
no poseía; y no habría quedado esperanza para la raza caída, si Dios, por el
sacrificio de su Hijo, no hubiese puesto la inmortalidad a su alcance. Como "la
muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron", Cristo "sacó a la
luz la vida y la inmortalidad por el evangelio". Y sólo por Cristo puede
obtenerse la inmortalidad. Jesús dijo: "El que cree en el Hijo, tiene vida
eterna, más el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida". Todo hombre puede
adquirir un bien tan inestimable si consiente en someterse a las condiciones
necesarias. Todos "los que perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e
inmortalidad", recibirán "la vida eterna".
"El único que prometió a Adán la vida en la desobediencia fue el gran
seductor. Y la declaración de la serpiente a Eva en Edén, "de seguro que no
moriréis", fue el primer sermón que haya sido jamás predicado sobre la
inmortalidad del alma. Y sin embargo esta misma declaración, fundada únicamente
en la autoridad de Satanás, repercute desde los púlpitos de la cristiandad, y es
recibida por la mayoría de los hombres con tanta prontitud como lo fue por
nuestros primeros padres. A la divina sentencia: El alma que pecare, ésa morirá,
se le da el sentido siguiente: El alma que pecare, ésa no morirá, sino que
vivirá eternamente. No puede uno menos que extrañar la rara infatuación con que
los hombres creen sin más ni más las palabras de Satanás y se muestran tan
incrédulos a las palabras de Dios.
"Si al hombre, después de su caída, se le hubiese permitido tener libre
acceso al árbol de la vida, habría vivido para siempre, y así el pecado se
habría inmortalizado. Pero un querubín y una espada que arroja llamas guardaban
"el camino del árbol de la vida", y a ningún miembro de la familia de Adán le ha
sido permitido salvar esta raya y participar de esa fruta de la vida. Por
consiguiente no hay ni un solo pecador inmortal.
"Pero después de la caída, Satanás ordenó a sus ángeles que hicieran un
esfuerzo especial para inculcar la creencia de la inmortalidad natural del
hombre; y después de haber inducido a la gente a aceptar este error, debían
llevarla a la conclusión de que el pecador viviría en penas eternas. Ahora el
príncipe de las tinieblas, obrando por conducto de sus agentes, representa a
Dios como un tirano vengativo, y declara que arroja al infierno a todos aquellos
que no le agradan, que les hace sentir eternamente los efectos de su ira, y que
mientras ellos sufren tormentos indecibles y se retuercen en las llamas eternas,
su Creador los mira satisfecho.
"Así es como el gran enemigo reviste con sus propios atributos al Creador y
Bienhechor de la humanidad. La crueldad es satánica. Dios es amor, y todo lo que
él creó era puro, santo, y amable, hasta que el pecado fue introducido por el
primer gran rebelde. Satanás mismo es el enemigo que tienta al hombre y lo
destruye luego si puede; y cuando se ha adueñado de su víctima se alaba de la
ruina que ha causado. Si ello le fuese permitido prendería a toda la raza humana
en sus redes. Si no fuese por la intervención del poder divino, ni hijo ni hija
de Adán escaparían...
"Es incalculable para el espíritu humano el daño que ha producido la herejía
de los tormentos eternos. La religión de la Biblia, llena de amor y de bondad, y
que abunda en compasión, resulta empañada por la superstición y revestida de
terror. Cuando consideramos con cuán falsos colores Satanás pintó el carácter de
Dios, ¿podemos admirarnos de que se tema, y hasta se aborrezca a nuestro Creador
misericordioso? Las ideas espantosas que respecto de Dios han sido propagadas
por el mundo desde el púlpito, han hecho miles y hasta millones de escépticos e
incrédulos...
"Muchos a quienes subleva la doctrina de los tormentos eternos se lanzan al
error opuesto. Ven que las Santas Escrituras representan a Dios como un ser
lleno de amor y compasión, y no pueden creer que haya de entregar sus criaturas
a las llamas de un infierno eterno. Pero, como creen que el alma es de por sí
inmortal, no ven otra alternativa que sacar la conclusión de que toda la
humanidad será finalmente salvada. Muchos son los que consideran las amenazas de
la Biblia como destinadas tan sólo a amedrentar a los hombres para que obedezcan
y no como debiendo cumplirse literalmente. Así el pecador puede vivir en
placeres egoístas, sin prestar atención alguna a lo que Dios exige de él, y
esperar sin embargo que será recibido finalmente en su gracia. Semejante
doctrina que así especula con la misericordia divina, pero ignora su justicia,
agrada al corazón carnal y alienta a los malos en su iniquidad...
"Del mismo modo que las aguas del diluvio, las llamas del gran día
proclamarán el veredicto de Dios de que los malos son incurables. Ellos no
tienen ninguna disposición para someterse a la autoridad divina. Han ejercitado
su voluntad en la rebeldía; y cuando termine la vida será demasiado tarde para
desviar la corriente de sus pensamientos en sentido opuesto, demasiado tarde
para volverse de la transgresión hacia la obediencia, del odio hacia el amor...
"En el error fundamental de la inmortalidad natural, descansa la doctrina del
estado consciente de los muertos, doctrina que, como la de los tormentos eternos,
está en pugna con las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, con los dictados de
la razón y con nuestros sentimientos de humanidad. Según la creencia popular,
los redimidos en el cielo están al cabo de todo lo que pasa en la tierra, y
especialmente de lo que les pasa a los amigos que dejaron atrás. ¿Pero cómo
podría ser fuente de dicha para los muertos el tener conocimiento de las
aflicciones y congojas de los vivos, el ver los pecados cometidos por aquellos a
quienes aman y verlos sufrir todas las penas, desilusiones y angustias de la
vida? ¿Cuánto podrían gozar de la bienaventuranza del cielo los que revolotean
alrededor de sus amigos en la tierra? ¡Y cuán repulsiva es la creencia de que,
apenas exhalado el último suspiro, el alma del impenitente es arrojada a las
llamas del infierno! ¡En qué abismos de dolor no deben sumirse los que ven a sus
amigos bajar a la tumba sin preparación para entrar en una eternidad de pecado y
de dolor! Muchos han sido arrastrados a la locura por este horrible pensamiento...
"Es un hecho incontestable que la esperanza de pasar a la felicidad eterna al
morir, ha llevado a un descuido general de la doctrina bíblica de la
resurrección...
Y así siguieron las cosas hasta resultar en que la gloriosa verdad de la
resurrección quedó casi completamente obscurecida y perdida de vista por el
mundo cristiano...
"Antes de entrar en la mansión de los bienaventurados, todos deben ser
examinados respecto a su vida; su carácter y sus actos deben ser revisados por
Dios. Todos deben ser juzgados con arreglo a lo escrito en los libros y
recompensados según hayan sido sus obras. Este juicio no se verifica en el
momento de la muerte...
"Pero si los muertos están ya gozando de la bienaventuranza del cielo o están
retorciéndose en las llamas del infierno, ¿qué necesidad hay de un juicio
venidero?".
Estos están entre los grandes hechos revelados en la visión de Lovett’s Grove
en 1858, y sin embargo eran verdades ya dadas en la Biblia, aun cuando hubiesen
sido oscurecidas por las tradiciones de los hombres durante los siglos que le
siguieron. Brevemente, veamos lo que la Biblia dice acerca de esto:
El hombre fue originalmente hecho "un poco menor que los ángeles", y si él no
hubiese pecado, habría vivido para siempre, habría sido inmortal.
El hombre es mortal, sujeto a la muerte: "¿Será el hombre más justo que su
Creador?".
La palabra "inmortal" solo se encuentra una vez, y es aplicada a Dios. La
palabra "inmortalidad" se encuentra sólo cinco veces en las Escrituras. Helas
aquí: Sólo Dios la posee, "el único que tiene inmortalidad".
Es revelado a través del evangelio – Jesús "el cual sacó a la luz la vida y
la inmortalidad por el evangelio".
Tenemos que buscarla a través de la obediencia a Él, "vida eterna a los que,
perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad". No
necesitamos buscar lo que ya poseemos. Le será concedida a los justos en la
segunda venida de Cristo, "Os voy a decir un misterio. No todos dormiremos, pero
todos seremos transformados. En un instante, en un abrir de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta y los muertos serán resultados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto
corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de
inmortalidad. Y cuando esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto
mortal sea vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita:
"Sorbida es la muerte con victoria"… Pero gracias a Dios, que nos da la victoria
por medio de nuestro Señor Jesucristo".
La resurrección de los muertos no ocurre sino hasta la segunda venida de
Cristo, y los fieles de Dios en aquel tiempo serán "los hijos de la
resurrección" y nunca más morirán: "Porque no pueden morir más. Son como los
ángeles, y son hijos de Dios, por cuanto son hijos de la resurrección".
El hombre es una combinación del hálito de Dios y del polvo de la tierra;
esto es lo que lo convierte en un alma viviente: "Entonces Dios el Eterno modeló
al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre
llegó a ser un ser viviente". Así es que el hombre vive: "Mientras me quede vida,
y haya aliento de Dios en mi nariz". Cuando el Espíritu de Dios abandona al
hombre, éste está muerto: "Y el polvo vuelva a la tierra de donde vino, y el
aliento de vida vuelva a Dios que lo dio". Y el hombre cesa de existir: "Los
vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más paga;
hasta su memoria queda en el olvido". "Sale su aliento, vuelven a la tierra. En
ese mismo día perecen sus pensamientos". "Si sus hijos son honrados, él no lo
sabrá, si son humillados, no lo verá". "Porque en la muerte no hay memoria de ti.
¿Quién te loará en el sepulcro?". "Los muertos no alabarán al Señor, ni cuantos
descienden al silencio".
"En Adán todos mueren". "Todo va a un mismo lugar. Todo viene del polvo, y al
polvo volverá". "Todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo con toda tu
fuerza; porque en el sepulcro adonde vas, no hay obra, ni planes, ni ciencia, ni
sabiduría". "Los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni
tienen más paga; hasta su memoria queda en el olvido". "Si yo espero, el
sepulcro es mi casa. Haré mi cama en las tinieblas". "Cuando el hombre muere, ¿volverá
a vivir? Todos los días de mi milicia esperaré, hasta que venga mi renovación".
"Sale su aliento, vuelven a la tierra. En ese mismo día perecen sus pensamientos".
La Biblia llama al tiempo pasado en la tumba de "sueño". Así es como Pablo lo
describe. Y también como Cristo lo describe. Nuestros queridos muertos "duermen
en el polvo de la tierra", porque "no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni
sabiduría, en la tumba, donde tú vas".
Pero en la resurrección de los justos, ellos "despertarán", y serán
"levantados de su sueño", y "vivirán nuevamente" y se "levantarán" y serán
"transformados". Porque Dios los "redimirá del poder de la tumba" y los
"rescatará" de su poder". Porque en ese día la muerte será tragada "en
victoria". Dios los "redimirá de la muerte".
La gran verdad de la Biblia es que sólo a través de Cristo podemos tener
vida; separados de Él, la humanidad sólo puede perecer. "El que tiene al Hijo
tiene vida; y el que no tiene al Hijo de Dios no tiene vida". Es sólo a través
de Cristo y en la final resurrección en Su segunda venida, que podemos tener
vida eterna. "El que cree en el Hijo tiene la vida eterna. Pero el que rehúsa
obedecer al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él".
Tan luego como el hombre pecó en el Jardín del Edén, no le fue permitido comer
del fruto del árbol de la vida: "Dios el Eterno dijo: "Ahora el hombre es como
uno de nosotros, conocedor del bien y del mal. Así, evitemos que alargue su
mano, y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre". Satanás
quiere que los hombres se olviden del hecho que "la paga del pecado es muerte".
Pero si aceptamos a Cristo como nuestro Salvador y nos arrepentimos de nuestros
pecados y obedecemos la ley del Padre a través de la fe en la justicia del Hijo,
heredaremos la vida eterna en Su segunda venida. "Este es el testimonio: Que
Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo". "Jesús respondió:
‘Yo Soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí’".
"Mis ovejas oyen mi voz, yo las conozco, y me siguen. Yo les doy vida eterna, y
jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de mi mano".
"Porque el mismo Señor descenderá del cielo con aclamación, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero".
"Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que
crea en él, no perezca, sino tenga vida eterna". "No os maravilléis de esto,
porque vendrá la hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz.
Y los que hicieron bien, resucitarán para vivir, pero los que hicieron el mal,
resucitarán para ser condenados".
Habrán dos resurrecciones, una de los justos y una de los impíos. La
resurrección de los justos es descrita en varias partes. La resurrección de los
impíos es mencionada también en varias partes. Y la destrucción final de los
impíos se cita también en varias partes.
Esta destrucción final de los impíos es la "muerte" y la "destrucción eterna".
Los impíos "perecerán", no continuarán viviendo, ni chillando ni gimiendo a
través de las edades venideras. Los impíos "perecerán" y "se convertirán en humo"
y "serán consumidos". Ellos serán "quemados", "cortados" y "no serán". Serán "como
la paja" la cual "el viento se la lleva".
El fuego que los destruye es "inextinguible" porque nadie puede apagarlo
hasta que haya realizado su obra. Los impíos son como "rastrojo" que será "quemado"
y que no deja "ni raíz ni ramas".
Después que todo termine, "serán como si nunca hubiesen sido". El impío "no
será más". No existirán más, se habrán ido. Habrán sido totalmente destruidos en
el fuego del infierno. Y podemos estar agradecidos por esto, ya que la Biblia
enseña que los impíos serán destruidos en el fuego del infierno en la
superficie de la tierra. Pero el "humilde heredará la tierra", y si los
impíos son eternamente quemados en la superficie de la tierra, los humildes
nunca podrían obtener su herencia. En vez de eso, los justos continuarán en la
Santa Ciudad y los impíos serán como "cenizas bajo sus pies". El fuego que
desciende de Dios proveniente del cielo los ha devorado y ellos no existen más.
La "segunda muerte" ha sucedido, y el "extraño acto" de Dios y la "extraña obra"
ha sido totalmente completada. Aun la misma muerte y la pena, el llanto y el
dolor serán cosas del pasado.
El plan de Dios es el mejor plan. Está lleno de misericordia. Los impíos, los
cuales no podrían estar felices con la paz del Cielo, sufrirán sólo un poco en
el fuego del infierno, en proporción con sus malas obras, y entonces
misericordiosamente dejarán de existir. Podemos estar profundamente agradecidos
debido al carácter de Dios. Él es justo, y sin embargo, es misericordioso. Y
podemos estar agradecidos de que conozcamos la verdad acerca de Su plan. El
justo tendrá una vida que se mide con la vida de Dios, una felicidad eterna y
sin muerte.
"Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el
que crea en él, no perezca, sino tenga vida eterna".
¡Cuán agradecidos podemos ser por el amor de Dios para con Sus hijos!
Aferrándonos a Jesús por la fe, podemos vencer.
Si, cuán agradecidos podemos ser por el amor de Dios, porque estamos en la
encrucijada de la crisis final de la historia de la tierra.
Capítulo
15
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